Así que deberíamos pasar a tratarla como tal, más que como una emergencia de la que vamos a salir en dos o tres mesecitos.
A nivel individual, es probable que mucha gente vaya modulando su exposición con el pasar de los días, exponiéndose menos a pesar de estar vacunado si es vulnerable o si tiene menor tolerancia al riesgo. Para esas personas, la exposición total no se reproducirá cada seis meses ni cada año o dos, quizás cada más. Pero otros (una mayoría, al menos por periodos) no querrán o no podrán hacerlo. El coste asociado con la auto-regulación es potencialmente muy grande: eso ya lo hemos comprobado en el último año y medio.
Así que necesitamos seguir reduciendo una de estas dos cosas: o la letalidad/severidad de la covid; o el contagio del virus que la causa.
→ Vacunas más protectoras. Sea mediante el diseño de nuevos productos, la mejora de los existentes, o el cambio de régimen de vacunación con terceras dosis, si logramos incrementar los % de efectividad contra síntomas u hospitalización podemos convertir la covid en un resfriado, algo que todavía no es del todo en el largo plazo (con varias exposiciones totales) aunque lo parezca en el corto (con una sola exposición total). Pero si el acceso a las innovaciones no es parejo (como no lo ha sido a las vacunas originales) en el mundo, entonces estaremos aumentando brechas de protección ya existentes.
→ Inmunidad adquirida por infección. Sabemos que las reinfecciones siguen siendo menos frecuentes que más pese a que las variantes muestran capacidad para escape inmune. Queda la opción plausible de que la inmunidad combinada de exposición y vacuna mejore; o incluso que mejore la adquirida por vacuna en el tiempo.
⇢ Aquí hay una sub-opción digna de contemplación: que haya una serie de variables no observadas que hagan a algunas personas desarrollar mejor inmunidad contra el virus. Por vacuna, por contagio pasado, por condiciones previas o por las tres. Si pasa eso, los vulnerables fallecen antes y la letalidad del virus entre los sobrevivientes disminuye. No es halagüeño no saber si se es de un grupo o no, pero bueno.
Siempre queda otra opción más: que estemos equivocados.
→ El virus se vuelve menos contagioso de lo que parece. Si resulta que la tasa media de contagio para delta o cualquiera de las variantes reinantes desde hoy acaba por ser menor al potencial de las vacunas para cortar cadenas de contagio, solo necesitaríamos emplear las vacunas existentes para aplicárselas a la mayor cantidad de gente posible. A menor sea el potencial de contagio del virus, menos personas deberemos vacunar para producir inmunidad del rebaño. Pero, francamente, lo mejor ahora mismo me parece apuntarle al 100%.
Creo sin embargo que deberíamos pensar la política pública y la innovación contra el virus de manera que busquemos horizontes de mejora en la inmunidad.
¿Qué nos queda, por ahora? La verdad… vacunarnos. Para adquirir la inmunidad que ya nos resulta accesible. Porque si todos nos vacunamos estaremos en un mundo como 25 o 30 veces mejor que el que tendríamos sin la vacunación. Pero seamos conscientes de que, probablemente, no vamos a suprimir el virus en un par de semanas (o meses) gracias a las vacunas existentes.
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Un apunte final para que se vea la importancia de un par de puntos porcentuales en un porcentaje. Las cifras supuestas de desarrollos graves de la covid dependen de que la efectividad de las vacunas se mantenga en el mentado 96%. Si la bajamos al 90%, hay que multiplicarlas por ~3. Si la subimos al 99,9%, hay que dividirlas entre ~300. Es un abismo: el que hay entre un cáncer de altísima incidencia y una gripe no particularmente severa. Por eso una vacuna un poco mejor en porcentaje de efectividad acabará por ser muchísimo mejor en el mundo real.